jueves, 1 de noviembre de 2018

PRÓLOGO





23 de junio de 2011

-¡Tío, toma otra cerveza!- me dice Carlos, uno de mis colegas de mi grupo de amigos aquí, en Asturias a los que veo todos los veranos.
 Es la hoguera de San Juan, y mi cumpleaños. Hoy cumplo 18 años y me he negado a tener la ridícula fiesta de cumpleaños que quería hacer mi madre, como todos los años. 
Como cada año desde que recuerdo he vuelto a este lugar, a esta casa, alejada de todo; Donde mis padres se empeñan en encerrarme todos los veranos. Vivimos en Madrid y según ellos, estar aquí les relaja mucho.

Conozco a mis 3 amigos de aquí desde que tengo 4 o 5 años, vamos casi de toda la vida. Para celebrar este día, aprovechando que es la hoguera decidimos quedar para hacer "botellón" y lo que se tercie.

Todo el mundo va a la hoguera para hacer esos rituales estúpidos para encontrar el amor, la salud y esas cosas ¡Qué gilipollez! Nosotros 4, en cambio, decidimos ir cerca del río a divertirnos. Allí nadie nos iba a molestar ni fastidiar.
-Así que tu padre quiere que te hagas abogado como él y tu hermana- pregunta Fernando con cachondeo-con trajecito y maletín como un "pringao"- Los otros tres se ríen mientras yo les hago un corte de manga. 
-Qué te den, gilipollas- le respondo.
Sergio, otro de mis amigos, Que está sentado apoyado a un árbol enorme, fuma su porro en silencio; compartiéndolo con Carlos. Me gusta beber y eso; He pillado unas "trancas" muy interesantes, pero la mierda de los porros no me van. Aunque año tras año, insistan en que lo pruebe. Pero no es lo mio.

Pasan las horas entre cervezas, botellas de agua rellenas de alcohol malo, y risas, nos quedamos dormidos en el suelo.

No sé que hora es cuando algo me despierta, no se que es, es como un ruido...no, una canción, no tengo ni idea de lo que es, pero siento que me llama, que me atrae. Me levanto, no tengo ni idea de como e intento caminar hacia esa voz. Creo que camino derecho, pero a saber.
Puedo sentir esa voz cada vez más cerca, igual que el sonido del agua del río correr. Ahora, entre la bruma de la embriaguez, puedo distinguir que esa voz es de mujer. "Está claro que la borrachera me ha afectado" pienso para mí. Cuando me acerco al agua y no veo nada. Me rio, una risa de esas estúpidas, -¡Qué mal estoy! decido regresar al lugar donde están durmiendo la mona los otros, cuando al girarme, al otro lado del río, la veo. Sentada en las rocas, cepillándose el pelo, hay una mujer. Hermosa, rodeada como si fuera de un aro de luz. Siento como los efectos del alcohol se van desvaneciendo de mi cuerpo. ¡Es preciosa! con su pelo largo, rubio... Pienso mientras ella continua cantando esa atrayente canción. Intentó dar un paso hacia adelante para acercarme a la orilla, cuando esa imagen desaparece. Se desvanece como vino, como un fantasma entre las sombras; No sabes si lo has visto, solo sabes que quieres volver a verlo.


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