jueves, 23 de mayo de 2019

CAPÍTULO 5










Me encanta el olor a campo. A hierba mojada, a amanecer. Siempre me ha fascinado como se introduce ese olor dentro de la mente y te lleva a momentos de tu vida que te proyecta millones de sensaciones. La noche de San Juan a concluido y ahora me toca dormir. Estoy agotada. El hermoso vestido blanco que llevo puesto se pega a mí humedecido por el agua del río.
 Camino lentamente disfrutando de ese amanecer que está a punto de llegar. Aún es de noche, pero los hermosos y fulgurantes rallos del sol comienzan a hacer su aparición entre las vastas montañas; mientras el rocío de la mañana, baña de lágrimas los árboles frondosos.

Ya estoy en la entrada trasera de mi casa, donde hay un hermoso jardín lleno de rosales, algún tulipán de colores varios, y Buganvillas.  Este jardín es una joya creada por mi madre. Desde nuestra casa en Bretaña, mi madre dirigía los avances del jardinero, para que todo estuviera a su gusto. En el momento de llegar, mi madre, hizo un encantamiento de amor a la tierra para que, en el hermoso jardín, las flores crecieran resplandecientes. De entre todas esas flores, hay una que me llama la atención. Es una rosa, de color amarillo. Destaca porque, mientras las rosas que la rodean, están en capullos, ella se rebela y surge hermosa y vibrante. Me agacho un poco y me acerco a ella para oler su perfume.
-¿Qué haces con la nariz metida en esa flor?- siento una voz cantarina a mi espalda.
-La vi a lo lejos y quise saber como olía- mi hermana pone los ojos en blanco, muy típico en ella.
-Pues si tanto te gusta esa flor, cógela.
-¿Quieres que nuestra madre me mate?, si toco su jardín montará un escándalo. No quiero discutir con ella. Eileen mueve la cabeza quitándole importancia al asunto.
-En una flor, ¿Qué más da?- pregunta
-Te lo he dicho, no quiero problemas con mama. Además tu misma lo has dicho, solo es una flor. No pretendía llevármela, solo la vi y me pareció preciosa. Eso es todo.
-¿Qué tonterías! nunca entenderé a quien saliste. -Pongo los ojos en blanco y me giro emprendiendo el camino de regreso a la casa
-Lo digo enserio Alanna. vive un poco, haz alguna locura... no se. Hay veces que pareces una niña pequeña- No puedo evitarlo y suelto una carcajada
-Y eso me lo dices tu? que vives en una adolescencia permanente con más de 300 años que tienes- le digo
-Te recuerdo que tengo 297 años, no 300, y mucho menos "más de 300" y tampoco soy tan mayor;  Ni tu tan joven hermanita, tienes 262 años.- me replica
-vale, como quieras- no quiero escucharla más. Con ella siempre es lo mismo. La quiero mucho pero, en ocasiones, me exaspera.
-Alanna, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años- me dice mientras me adelanta camino a casa.
- ¿y ahora citas a Lincoln?- comienzo a reírme. No lo puedo evitar. Por muy enfadada que esté termina haciéndome reír.
-Hermanita, hay que vivir la vida... mírame a mí, sino- dejo de reír. Esas palabras no me gustan nada. Algo me dice que tienen segundas intenciones
-Eileen, por favor, dime que no has hecho nada estúpido. Que no te han visto ni has...
-¡Relájate!, nadie me ha visto... pero yo si he visto...-me guiña un ojo y entra en la casa
-¿A quien has visto?

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