lunes, 20 de mayo de 2019

CAPÍTULO 4






Sentado mirando las llamas arder escucho, sin querer, la conversación de varias chicas sentadas cerca de mí. Son bastante jóvenes y su nivel de alcohol, es preocupante. De entre todas las risitas tontas y conversaciones sin sentido, hay algo que me llama la atención. Algo que dicen hace que las escuche con más atención. Según comentan el "Palacio La Cova" tiene, de nuevo, habitantes. Hacía bastantes años que nadie vivía allí. Según continúan comentando, debe vivir gente muy rica porque ,las cotillas del pueblo ,vieron entrar varios coches de esos, caros. Muy interesante.

Carlos y Sergio se encuentran con varios conocidos de la zona y, aunque ya me los presentaron en varias ocasiones, no les presto demasiada atención. Decido ir a dar un paseo. Saludo a varios vecinos mientras me preguntan por mi vida en la gran ciudad. Sigo caminando hasta que escucho en móvil vibrar con un mensaje
-¿Donde andas?- me pregunta Sergio. La verdad que, sin darme cuenta comencé a caminar y me despinté de ellos.
-Espera que voy-Le digo y regreso por mis pasos. Continua la noche sin demasiadas emociones. Quizás la edad pasa factura y estas fiestas ya no son lo mio; o quizás es que,por muy amigos que seamos, la distancia hace mella. Sergio está saliendo con una chica pero Carlos es un caso a parte. Nada de relaciones, nada de mujeres más allá de una noche y si puede ser sin conocer su nombre, mucho mejor.
A las 5:15 de la mañana nos despedimos. Quedamos en vernos el lunes para tomar unas cañas, ya que mañana es día de familia.
He bebido algo así que decido ir caminando. No queda demasiado lejos la hoguera de la casa y el aire fresco me vendrá muy bien. Pienso en la hora que es y a la hora que mi madre pondrá la aspiradora. Dijo que a las 10; estoy seguro que será a las 8 de la mañana, pienso poniendo una mueca. No sé que idea rara me pasa por la cabeza cuando mis pasos me llevan hacia el río. Cuando quiero darme cuenta siento el agua bajar a través del arroyo que se bifurca del río. Camino al ras de él,  sin prestar demasiada atención a lo que hay delante de mí. No pienso en nada importante solo pequeñas tonterías del día a día; cuando escucho una voz. Un pequeño cántico. Armonioso, que me atrae. Es una voz de mujer, dulce, delicada. En un idioma que no consigo descifrar. Acelero el paso mientras la voz cada vez se hace más clara, más nítida pero sigo sin entender lo que dice. Hasta que llego al lugar donde la voz me llama, pero está vacío. No hay nadie. Y la voz se desvanece como si hubiera sido un sueño. Pero no, no estoy loco. La he escuchado. Sé que la oí.  A esa mujer. Y la voy a encontrar. 

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